Nos levantamos tempranito en Kyoto. No fue demasiado duro, en parte por haber tenido un sueño reparador...en parte porque a partir de las 5 de la mañana en el Towa te empieza a dar el sol en la cara (no conocen el significado de la palabra persiana, no...)
Bajamos al piso de abajo dispuestos a desayunar. ¡El superdesayuno de Mamá Pato!!! Otra de las cosas que había echado tanto de menos...En el Towa te sirven un desayuno 100% tradicional, en una sala muy espaciosa con tatamis y mesas bajas (que son una agonia para las piernas...la verdad sea dicha)
El desayuno es básicamente a base de pescado, arroz, huevo, algo de fruta, te verde, sopa de miso y tofu...pero realmente va variando un poco a lo largo de los días. Por ejemplo, ese primer día en vez de escalfado, el huevo nos lo sirvieron en tortilla (me encanta la tortilla japa, sólo a ellos se le podría haber ocurrido el hacer una tortilla dulce) Me comí todo el salmón, y es inquietante porque en Barcelona (al menos hecho) no lo puedo ni oler!!! Hasta Marina casi se termina el suyo, y eso que odia el pescado en general...Es la magia de Japón...jajajaja
Tengo que aprender a hacer tortilla a la japonesa...la echo de menos!!!
En fin, que bien desayunados bajamos a la estación de autobuses dispuestos a pasar nuestro primer día completo explorando la ciudad. Lo primero que nos llamó la atención fue el caloooooor infernal que hacía esa mañana, más propia de julio que del mes de octubre. Compramos un bonobus de 500Y (al menos las tarifas no han subido desde la última vez jeje) y cogimos el primer autobús. Los autobuses japoneses son bastante peculiares. Para empezar, entras por detrás y sales por delante, y pagas al salir. Además, el autobusero va "cantando" las paradas, y son super cómodos siempre.
Nuestra primera parada era el Ginkaku-ji, o pavellón de plata. Que no es de plata, pero se le llama así y tiene unos jardines impresionantes. Vero y yo decidimos esperar fuera, más que nada porqué ya lo habíamos visto y aunque es muy bonito no nos apetecía volver a pagar la entrada. Así que mientras esperábamos nos dedicamos a husmear entre las tiendecitas que rodean al templo, donde puedes encontrar desde artesania hasta dulces. Me compré un paipai rojo, más por necesidad que por capricho, y una cinta de esas que te atas en la cabeza que pone "victoria segura"(aunque yo digo que pone "epic win!!!") y que utilizaré siempre que tenga un reto importante al que enfrentarme (como cuando estudio para los temidos exámenes de Kanjis de Sanae...XD). Después de ponernos hasta el culo de muestras de yatsuhashi (los triangulitos de harina de arroz rellenos de cositas ricas tan típicos de Kyoto...) a Vero y a mi casi nos peta la cabeza cuando vimos un puestecito de Kakigori!! El kakigori es muy típico de Japón en verano...básicamente es hielo rayado con sirope de algún sabor...Si alguien recuerda la escena de Memorias de una Geisha cuando el Presidente le compra un helado a Chiyo...es justamente ese tipo de helado. :)
De fresa y de melón... :)
Seguimos la jornada explorando templos. La verdad es que Kyoto estaba precioso, a pesar de no poder disfrutar aún de los colores otoñales por las altas temperaturas. Las mismas temperaturas que hacían proliferar toda clase de "habitantes" indeseados, como arañas descomunalmente grandes (a las cuales hasta nos acabamos acostumbrando), mantis religiosas, mariposaurus rex y unos mosquitos muy cabrones que a mi personalmente me dejaron las piernas hechas un Ecce Hommo...
Todo es pequeño en Japón...excepto los insectos, que tienden a ser descomunales XD
Pasamos la jornada viendo templos...cuyos nombres no voy a citar porqué Kyoto tiene miles y todos molan...así que es indiferente. Cuando el hambre empezó a apretar...echamos mano de la munición "made in Lawson" con Melonpanes y chuminadas varias...todo ello sin dejar de andar, claro, porqué si de algo te hartas en Japón es de andar. XD
Por fin un atisbo de momiji!!!! Ueeeee
Los que nunca habían estado en Japón no dejaron de flipar. Caminar descalzo en los templos y acabar con los pies tan limpios que parece que acabes de ducharte, los buditas con monedas que la gente ofrece y que, por supuesto, nadie toca...hasta Raquel encontró su lugar ideal de curro en Japón en una super-guardería hiper pija que debe ser el sueño de cualquer preescolar...
La temperatura no nos daba tregua...(31 grados marcaba el termómetro) así que cuando encontramos un Lawson decidimos que era el momento de parar y merendar algo en condiciones. (por merienda en condiciones cada uno entendimos una cosa...hubo desde huevos cocidos hasta pulpa de frutas metida en una especie de gelatina...pero oye, todo rico)
Los gajitos de mandarina en gelatina fueron un descubrimiento para una adicta a la fruta como yo...
Ya bien entrada la tarde encaramos el que sería el último templo del día, el espectacular Kiyomizu-Dera. Un imprescindible si vitias Kyoto. Como también imprescindible es el barrio que la rodea, de mis zonas preferidas de la ciudad. Vero y yo nos perdimos la visita al templo (ambas lo habíamos visitado ya en anteriores viajes) y nos quedamos abducidas por una tienda Ghibli donde todo era hipercaro pero super mono...Allí descubrimos también por primera vez ¡los paraguas-katana!!!! y nos compramos una especie de pijamas azules por 500Y muy monos, que ahora hemos descubierto que no son pijamas, sino kimonos de trabajo muy utilizados por los artesanos y demás profesiones tradicionales...
Un señor con el Iphone colgando del yukata...una metáfora perfecta de lo que es Japón
Si así era la tela de araña....imaginad el resto XD
Y así a lo tonto se nos hizo de noche. Tras una pequeña crisis en la que perdimos a parte del grupo XD es lo que tiene ser 10...nos dirigimos a Gion a ver si veíamos alguna Geisha o Maiko pululando por allí. No tuvimos suerte esta vez, pero aún así es una gozada pasear por sus tranquilas calles, adivinando que se puede cocer dentro de los exclusivos y prohibitivos restaurantes, ryokanes y casas de té... Además los farolillos rojos le dan un ambiente muy característico.
Gion...y su perpetua aura de misterio y fascinación
Para cenar optamos de nuevo por los sotanos de la Kyoto Station. Nos pillan a tiro de piedra del ryokan y además hay mucha variedad. Esta vez volvimos al restaurante especializado en udon donde Dani y yo ya habíamos comido en el primer viaje, y la verdad es que siguen haciendolo buenísimo. Yo me partí unos soba con Raquel (el udon llena mucho XD) y con la tripa llena nos volvimos al hotel a seguir lo que sería nuestra rutina. Bañito relajante, wifi time en pijama en la recepción del hotel XD, pasar las fotos al portatil y a dormir!!!!
Vero y yo estrenando "pijama" :)
つづく...
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