Ultimo
amanecer en Kyoto y última vez que disfrutábamos del suculento y revitalizante
desayuno del Towa. No se los demás, pero yo ya sentía morriña de Kyoto antes de
irme, Sigue siendo mi ciudad favorita de Japón.
Fotito de despedida...y con yukatas!!! (homenaje a los viejos tiempos jajaja)
Una vez más con la maleta a
cuestas, nos dirigimos hacia el Shinkansen que nos llevaría hasta nuestro
próximo destino, la tristemente célebre Hiroshima. El
trayecto en sí, de unas dos horas y media, fue bastante coñazo. No conseguimos
reservar asiento y tuvimos que buscarnos la vida para encontrar sitio en el
tren. Conclusión, que no solo estuvimos separados sino que algún pringao (entre
ellos yo, la pringada mayor) no pudo encontrar donde sentarse hasta casi el
final del viaje…
Eso
sí, con tanto buscar asiento la verdad es que se hizo corto. Y puedo decir que
ha sido de los pocos trayectos de este viaje en el que no he dormido, más que
nada porque aún no he desarrollado ese superpoder que tienen algunos japoneses
de dormir de pie,,,
Llegamos
a Hiroshima y la verdad es que la primera impresión que me produjo Hiroshima
(al menos la estación) es que olía tremendamente bien y estaba llena de
pastelerías con cosas riquísimas.
Bienvenidos a Hiroshima, la pesadilla de cualquier diabético...
Una
de ellas, llamada “Danish Bar” (según Dani….”su bar” XD) vendía una especie de
churros que estaban tan ricos que arrasamos con todas las muestras y Raquel
estuvo soñando con ellos toda la noche hasta que al día siguiente pudo comprarse
otro.
Que cara de viciosos....
El
trayecto hacia el albergue fue algo accidentado. Teníamos que coger un tranvía
y siendo 10 personas con sus respectivas maletas…pues pasó lo que tenia que
pasar tarde o temprano, que la mitad se quedó en tierra porque no cabían. Para
más inri, nadie de los que pudimos subir al tranvía había estado nunca en
Hiroshima…y sólo teníamos la referencia de lo que Dani nos había gritado antes
de que se cerrasen las puertas (si…podéis imaginar la escena) que supusimos que
era la parada donde nos teníamos que bajar.,..Pero no lo teníamos muy
claro…porque llega un momento en que todas las paradas te suenan igual.
Milagrosamente
nos bajamos en la parada correcta y al poco rato llegaron los demás. Juntos nos
dirigimos a nuestro albergue, de la empresa JHoppers. Recomiendo muy mucho esta
cadena de albergues si os queréis alojar en un sitio bueno, bonito y barato en
Japón. Son prácticos, limpios, equipados con todas las comodidades…con zonas
comunes y cocina para uso de los huéspedes. En serio, todo un placer estar
allí. Si vuelvo a Japón (sin el condicional, porqué volveré seguro XD) volveré
a alojarme con ellos.
Un albergue con las camas super cómodas y limpias...this is Japan XD
Nuestra
idea de comer otonomiyaki por allí cerca…pero al final tuvimos que descartar el
plan porqué era bastante tarde (las 3 de la tarde es tardísimo para comer en
Japón) y la mayoría de los bares y restaurantes estaban cerrados ya…así que nos
acercamos al convini más cercano y compramos comida, que luego pudimos comer
tranquilamente en la sala de estar del albergue.
La cocina...todo un ejemplo de convivencia sana entre los inquilinos del albergue
La sala común....con guitarrita y todo por si nos daba por arrancarnos por bulerias
Una
vez comidos y reposados cogimos de nuevo el tranvía para la visita obligada al
parque memorial de la paz y el museo conmemorativo de la bomba de Hiroshima. No
es una visita agradable, pero es una visita necesaria. Estuvimos allí dentro
hasta que cerraron…prácticamente nos tuvieron que echar…la verdad que a pesar
de la dureza de algunas imágenes y de algunos relatos daban ganas de quedarse
allí más tiempo aprendiendo sobre lo que pasó. Aunque también os digo que yo
salí de allí con muy mal cuerpo, sobre todo porqué era de noche y lo primero
que vimos al salir fue el monumento de la paz, con su llama encendida por todos
los fallecidos y, imponente, la cúpula del único edificio que quedó en pie en
la ciudad aquel fatídico 6 de agosto de 1945.
Estos señores eran simpatiquísimos. Estaban allí en un parque echando la partidita de la tarde y cuando vieron que les hacíamos fotos se pusieron a posar. Hiroshima tiene muchísima vida y la gente es super amable, es otra de las ciudades japonesas donde viviría sin dudarlo.
No
se a los demás, pero a mi me dio un bajón horroroso. Sobre todo cuando nos
acercamos a la zona del parque donde está el monumento a los niños, con
millones de grullas de papel que la gente ha ido donando y que almacenan allí.
Yo había hecho una en España cuando pasó el terremoto, y había hecho conmigo
todo el viaje porqué mi idea era dejarla allí, en el memorial…con tan mala
suerte que me la dejé en el hotel…lo cual contribuyó aún más a que mi estado de
ánimo fuera digno del final de “La tumba de las luciérnagas” (que por cierto,
el otro día le evité un trauma a un niño evitando que su madre le regalase esta
peli por Navidad. 6 añitos la criatura. Para que luego digáis que no salvo la
humanidad como vendedora en el Fnac. He salvado una infancia cambiándole la
peli por “Ponyo en el acantilado” jaja)
Ana frente a la zona más dura del museo....con difuras malrolleras de gente siendo licuada por la bomba...
Reloj parado a la hora exacta del desastre....fueron madrugadores los hijos de puta
Como quedó la ciudad....
Pasillos del museo....
Triciclo calcinado (os ahorro las fotos de personas calcinadas...)
Manchas en una pared producida por la "lluvia negra" radioactiva y tóxica. Porqué lo peor no fue la detonación...
Dibujos de supervivientes....
Todos frente al parque memorial de la paz...al fondo...la fámosa cúpula de Hiroshima.
Yo...modo "que nadie se me acerque que quiero estar sóla" XDDDD
Grullas...
La cúpula de cerca
Ya
como cosa curiosa, nos dedicamos a buscar el punto exacto donde cayó la bomba
(morbosos nosotros, para nada) que no está allí en el memorial, sino en una
calle cualquiera de la ciudad (si no fuese por una placa cutre que han puesto
seria imposible saber que es allí…) Mientras buscábamos acabamos entrando en
una tienda friki, que teniendo en cuenta que en Kyoto no hay muchas y que aún
no habíamos pisado Akihabara, colmó nuestras ansias otakus de frikeo. Yo y
Marina estuvimos un buen rato babeando en la zona de material para ilustración
y dibujo…y acabamos comprándonos varios rotuladores tirados de precio.
Kekos, kekos everywhere...
Buscando
el castillo de Hiroshima (que al final no lo encontramos) dimos con unas
galerias comerciales bastante animadas, donde pudimos ver tiendas de todo tipo
y estuvimos entretenidos hasta la hora de cenar. Respecto a la cena…como no
lográbamos ponernos de acuerdo (básicamente unos cuantos querían MdDonals y los
demás queríamos introducirnos de lleno en la comida típica local yendo a un
local de otonomiyaki (o “economiyaki”, como lo bautizó Nuria jejeje)
Otonomiyaki in progress
Matrimonio de otonomiyakeros simpáticos
Gente zampando otonomiyaki...el equivalente japo a tomarse uans bravas en el Bar Pepe. Genial.
Así
que nos dividimos, cada uno pilló para llevar la comida que se le antojó, y nos
juntamos para comer en una terrazita muy apañada que había en el albergue.
Itadakimasuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Después
de aquello, ducha rápida (se echó de menos un onsen…ooooooh) y a dormir
prontito, que al día siguiente nos esperaba uno de los mejores días del viaje,
pero también de los más agotadores físicamente: la visita a la isla de Miyajima
y la subida al monte Misen.