Rutita tranquila de templos por Takayama y Festival del Sake en Shirakawa-go

viernes, 3 de mayo de 2019

Nos levantamos tempranito en Takayama para aprovechar al máximo nuestro tiempo allí. Nuestro primer destino fueron los famosos mercados matinales de Takayama, toda una delicia para los sentidos y los paladares. En estos mercados podrás comprar frutas y verduras locales, artesanía, dulces, y muchas cosas más. 

Melonpan pal body
Comprando pepinos "a la japonesa" (de esas cosas que serían inviables en España...)
Posando con Aruba junto al puente más famoso de Takayama
Señor limpiando el polvo del puente. Sí. Tal cual. 
Mini-taiyakis de anko, chocolate y crema
El mercado está lleno de puestecitos con mucho encanto
Aruba posando con un amigui
El espectáculo de ver patos y carpas compartiendo el río...
Sin olvidarnos de los cuervos, los reyes del cielo en Japón
Un gatete de piedra
Un gatete cabreado

Cuando terminamos con los mercados, nos encaminamos hacia las afueras del pueblo, dispuestos a hacer la ruta de los templos que nos habían aconsejado hacer en el albergue. No nos daba tiempo a hacerla entera (pues a mediodía teníamos que coger el bus hacia Shirakawa-go) pero aún así queríamos intentar aprovechar el tiempo al máximo posible.

Si tenéis tiempo, recomiendo hacer la ruta entera (son unos 3 kilometros) ya que es un paseo muy tranquilo y agradable y nosotros nos quedamos con las ganas de disfrutarlo más tranquilamente.

como siempre, los impresionantes torii nos dan la bienvenida al recinto sagrado

Muchos templos de Takayama albergan tesoros históricos ,y el más antiguo de ellos data ni más ni menos que del año 720. Aunque para mi sin duda, más que los edificios en sí, lo más impresionante es la exhuberante belleza de los árboles que los rodean. 



La entrada el templo más antiguo de Takayama
Impresionante cementerio en medio del bosque

Lo genial de la zona es que, a pesar de que Takayama es muy turística, mucha gente se limita a pasear sólo por el centro histórico del pueblo, por lo que si hacéis esta ruta apenas encontraréis turistas y además os permitirá pasear por las afueras del pueblo, con calles y jardines que tienen tanto encanto o -quizás más- que las calles más famosas. La verdadera vida cotidiana de Takayama se respira en ellas, y sinceramente, daban muchas ganas de quedarse a vivir.


Paseito por templos made us happy happy
Hasta las abejitas son kawaiis



Algo de momiji incipiente


Al volver al pueblo, de camino ya a la estación, pasamos por un pequeño museo que alberga algunas obras de arte y artesanía de la ciudad, entre ellas algunos muñecos que forman parte de las carrozas que se exhiben en los famosos festivales de otoño y primavera de la ciudad. Estos festivales y sus carrozas, son el autentico orgullo de Takayama, y encontraréis referencias a ellas por todas partes.

Parada técnica en el wc del museo...que como podéis observar...no le falta de nada XD

muñecos vestidos con lujosos ropajes hechos a mano
Este daba un poco de malrollete

Poco después encontramos una tienda que, sin duda, recomendamos al 100% si vais a Takayama. La reconoceréis porque en la puerta hay un trono con forma de alien donde está permitido hacerte fotos. Dentro, encontraréis un paraíso de artesanía hecha con materiales de la naturaleza. Pájaros, búhos, y demás animales, bellamente hechos a mano con troncos, hojas, y demás materiales. Y a unos precios que, francamente, eran demasiado baratos para el enorme trabajo que tenían. Compramos muchísimo en aquella tienda, daban ganas de llevárselo todo.


Por desgracia no podíamos arriesgarnos a perder el bus de Shirakawa-go...y aún teníamos que pasar por el albergue a recoger nuestras mochilas. Por suerte, no teníamos que preocuparnos por las maletas, ya que las habíamos enviado a Kanazawa, donde llegaríamos al día siguiente a dormir. El servicio de envío de equipajes (Ta-kyu-bin) es muy eficiente, y por un importe muy razonable, te puedes despreocupar de cargar maletas durante tu viaje. En esta última aventura lo utilizamos un par de veces y es muy práctico para planes ajustados como el nuestro.

Ya con nuestras mochilas, nos dirigimos a la estación y cogimos el autobús hacia Shirakawa-go. Teníamos asientos reservados ya que compramos los billetes online desde España, aunque me consta que es posible comprarlos in situ allí en la estación.

En aproximadamente hora y media, llegamos a Shirakawa-go. Esa tarde se estaba celebrando el festival del sake, llamado Doburoku, y para nuestra fortuna, los festejos eran justo enfrente del que sería nuestro alojamiento para esa noche. Tan cerca estaba que nuestras anfitrionas, tres chicas que son de lo mejorcito que nos hemos cruzado en Japón -y eso es mucho decir- participaban de él y nos invitaron a unirnos y disfrutarlo con los locales como si fuésemos un vecino más.

El albergue donde pasamos aquella noche es de los sitios más agradables donde hemos dormido en Japón. No tenía lujos, era una casa antigua rehabilitada, a las afueras del pueblo y a pie de carretera, pero las chicas que lo llevaban conseguían que te sintieses en tu casa.

Tras dejar nuestras cosas en nuestra preciosa y agradable habitación con vistas al jardín, corrimos a cruzar la calle para disfrutar un ratito del festival.

Nuestra habitación de tatami
Baño privado, impecable para ser un guesthouse.
Nos contaron que había que comprase un vasito (unos 400 yenes y un excelente souvenir) y con eso ya tenias una especie de "barra libre" de sake. El sake no tiene nada que ver con el que sirven en los restaurantes, sino que era una versión artesana de color lechoso casi opaco, donde aún se apreciaba la textura de los granos de arroz. Su sabor era bastante fuerte pero nos gustó mucho, para sorpresa de la gente del pueblo que flipaba bastante con nuestra presencia allí. (éramos los únicos occidentales).


Por desgracia ya estaban acabando y no pudimos repetir sake, aunque nos guardamos el vasito porque por la noche se reanudaban los actos del festival e intentaríamos beber un poquito más. (hemos veniiio a emborraxaaarnooo...)

Era tarde para comer en ningún restaurante de la zona (todo cerrado ya a aquellas alturas) pero por suerte a 2 minutos había un combini donde pudimos comprar algo con lo que llenarnos la tripa. 

Versión de combini de un omu-raisu
Okonomiyaki de combini
Pasando el rato en la zona común del guesthouse
Como ya os he dicho, el guesthouse era un lugar muy agradable, y pude charlar un rato con una de las chicas que lo llevaba, que se sorprendió mucho de que pudiese mantener una conversación medio decente en japonés. ¡Por fin las clases de Sane San dan algo de fruto!

Dimos un pequeño paseo pero no había mucho que hacer en Shirakawa una vez se pone el sol, así que básicamente hicimos tiempo hasta que empezasen los actos nocturnos del festival.

Lo primero que pudimos disfrutar fue de la danza "shishimai", o del león, donde varias personas vestidas de "león" danzan frente a dos guerreros (que eran dos niños). Este tipo de danzas se suelen representar asociadas a rituales sintoístas, como éste del sake, y sirven para ahuyentar a los malos espíritus. Si el león baila frente a ti o frente a la puerta de tu casa, es considerado una bendición o un símbolo de buena suerte. 
danza del león
En ese momento de la ceremonia ya no se repartía sake, pero como buenos españoles le echamos un poquito de morro y nos acercamos con nuestros vasitos al templo a preguntar si nos podían dar un poquito...¡y dio resultado! ¡kampai!

Aruba feliz 
Brindando por Shirakawa-go
Cenando Taiyakis ricos y calenticos 
Una vez finalizadas las danzas tradicionales, en un escenario montado frente al templo pudimos ver más actuaciones. Algunas tradicionales y otras más modernas, realizadas por los habitantes del pueblo, y muchas de ellas por niños y jóvenes. De hecho, tuvimos la sensación de estar viendo el típico festival de "fin de curso". El ambiente era festivo total, muy divertido, y muy de pueblo. Insisto en que éramos los únicos turistas que habían allí esa noche, ya que en Shirakawa no suele hacerse noche y nuestro albergue, y el festival, estaban bastante alejados de lo que es el pueblo en sí.



Nos hubiésemos quedado allí hasta las mil, pero no estábamos muy seguros de a que hora cerraban la puerta de entrada al albergue, y hacia demasiado fresquete como para arriesgarnos a pasar la noche in the fucking street. Eso sí, en la habitación continuamos un poco la juerga y tardamos bastante en irnos a dormir.
WEEEEEE
Futones weeeeee
bona niiiiit OYASUMIIIIIIII