Kyoto: Jardines, Dragones, Farolillos, Tiendas...y geishas de verdad y de mentira :)

martes, 4 de marzo de 2014


Hoy me vais a perdonar...pero esta entrada va a ser larga y lleva un huevo de fotos. Incluso algún video. No lo he podido evitar, ya que me toca relataros uno de los mejores días de nuestro viaje.

Nos levantamos como cada día y de nuevo disfrutamos del desayuno servido con puntualidad y eficiencia japonesas en la habitación del Towa.


Yo preparada para combatir el calor...

Amir, la única persona que conozco a la que le encanta el ubemoshi...uuuhg

Una vez desayunados salimos hacia la estación de autobuses, donde cogeríamos uno que nos llevaría muy cerca de la zona del Nanjenzi y el Eikando, dos de los mejores templos de Kyoto donde, a pesar de haber estado ya dos veces previamente, volví a disfrutar como una enana.

Lo que no disfruté nada de nada fueron de las picaduras de mosquito del día anterior, que se ensañaron con mi pierna y picaban como un demonio. Como no podía soportar ni el roze de la falda caminaba siempre con "la falda remangá luciendo la pantorrilla" que diría la canción...Pero bueno soy una guiri y se nos permiten estas licencias....



He sido atacada por una bestia salvaje :(
De nuestro primer templo, el Eikan-do, no voy a decir mucho que no sepáis ya o hayáis visto en mis anteriores viajes...así que dejaré las fotos, que hablan por si solas...


















No lo puedo evitar. Es pisar tatami y entrarme ganas de dar patadas...

Mira que lo he visto veces ya...y encontrarme con escenas así me sigue fascinando...


Desde lo alto de la pagoda

Si hay algo que mola más que el propio Eikan-do, es el parque que lo rodea. Que no se como estará en otras épocas del año, pero siempre que lo he visitado ha estado precioso, con un contraste de verdes y rojizos intenso. El único momiji que por el momento he podido apreciar en Japón, por desgracia (someday...someday.....)

Aquí Amir y yo entramos en una borrachera fotográfica muy seria de la cual voy a poner algunas muestras para vuestro uso y disfrute. Pero es que era tan bonito todo que estábamos eufóricos. Y tengo una cámara con disparador automático... y una cosa lleva a la otra...













En el Nanjenzi me llevé una decepción. ya que sólo nos permitieron visitar el jardín...y es enano, así que fue un poco tontería la visita.







Pero sin duda el día aún nos deparaba muchas sorpresas. La más destacada, el templo Kenninji, al que llegamos casi por casualidad y que sin duda se ha convertido para mi en un imprescindible de la antigua capital de Japón. Fundado en 1202, es el templo Zen más antiguo de Kyoto, y está situado en una zona tranquila y no demasiado transitada por turistas del barrio de Gion. Lo cierto es que habíamos ido por la famosa pintura de un dragón que hay en uno de sus techos, y nos encontramos con un lugar encantador y muy completo a muchos niveles. Lo mejor, sin duda, sus enormes espacios de tatami donde descansar, y el hecho de que fuésemos los únicos occidentales. Nos hizo sentir muy especiales y privilegiados por estar allí.




Amir muy zen en el templo zen más viejo de Kyoto



Pero sin duda lo mejor de la visita fue toparnos con una joven vestida de maiko que se estaba haciendo una sesión de fotos. Yo no se si fue por la cara de emoción que pusimos al verla o por el reportaje alternativo que le estábamos haciendo con mi cámara...la cuestión es que el fotógrafo nos invitó a posar con ella, y no sólo nosotros pudimos llevarnos el increíble recuerdo, sino que esa chica tiene en su book dos fotos con dos gaijins que quizás también le haga gracia ver dentro de unos años.








Daban ganas de quedarse allí tumbado a la bartola tooodo el día

mujer practicando caligrafia, que es a su vez una forma de meditación

Modo perruno ON. Pronto la imitamos...






La alucinante pintura del techo. Que era acojonante, sí. Pero que al final acabó siendo lo de menos...

Nos hubiéramos quedado allí todo el día, pero la tarde avanzaba y aún teníamos cositas que ver. Continuamos nuestro camino hacia Gion, no sin antes dejarnos sorprender por algunos minitemplos que despertaron nuestra curiosidad. La verdad es que aunque la zona más turística de Kyoto es muy animada y tiene mucho encanto, también mola perderse por las calles menos aglomeradas y dejarse sorprender por el Japón más auténtico.



Pero el tiempo apremiaba, y aún teníamos que visitar el famoso Kiyomizu-dera antes de que cerrase. Para ello subimos por una de sus tradicionales calles, repletas de puestecitos y de tiendas, siempre tentadoras....Pero nos prometimos dejar las compras para después de la visita al templo...








Cola hasta para purificarse, no en vano el Kiyomizu es uno de los templos más visitados de Kyoto.

Y sin duda uno de los motivos fundamentales...son sus espectaculares vistas!!!



Desde el otro lado

Japonesas tan guapas y tan monas que dan rabiaaaa


Tras perdernos un poco, logramos dar con el templito del amor, un lugar de visita obligada donde nos compramos unos amuletos para que lo nuestro durase para siempre. Ya os contaré si funcionan jejeje




Y ahora sí, por fin pudimos disfrutar tranquilamente del barrio, de las muestras gratis de galletitas, de las tiendas y del ambiente tan característico e inconfundible del Kyoto más tradicional.


Kakigori time

Hay que ver la cantidad de pseudogeishas que vimos ese día...jejeje
Volvimos a pasar mucho tiempo abducidos por la tienda de products Ghibli, donde compramos muchas frikaditas.





Y de repente...un estanque en la puerta de la tienda!!! XD

Pero enseguida empezaron a cerrar las tiendas ¡demasiado prontoooo! Y aunque nos supo a poco, bajamos resignados hacia las calles más famosas de Gion, donde confiábamos en rematar el día vislumbrando alguna Maiko, pero de las de verdad.



Gion espectácular al atardecer...


Pero antes, hicimos una parada obligada en el santuario Yasaka, conocido por sus numerosos farolillos y donde estuvimos un buen rato sacando fotos y disfrutando del animado ambiente de la tarde kyotense...








Y como nos moríamos de hambre, nos comimos un pinchito de carne que no será de Kobe, pero tenía las características vetas de grasa blancas y estaba QUE TE MUERES. 

Y por fin nos adentramos en las famosas calles de bares y restaurantes de Gion, todos prohibitivos, y me volví a dejar llevar una vez más por el misterio de los taxis y coches de lujo que van y vienen, los farolillos rojos, la puertas correderas que ocultan muchos misterios...etc. Estabamos realmente dispuestos a no irnos de allí sin ver a una maiko o una geisha de verdad, así que incluso nos dedicamos a callejear por la parte trasera de las calles, dando vueltas y más vueltas y...literalmente...acechando y espectantes ante cualquier movimiento sospechoso.











Y finalmente, cuando volvimos a la calle principal y habíamos perdido toda esperanza...la vimos. Fugaz con su kimono verde y sus zapatos imposibles. Una maiko real. Yo no alcancé a hacerle una foto pero por suerte Amir (que casi lo atropella un coche en ese momento, por cierto XD) logró captar la magia del momento en video.






Ya más de satisfechos, de repente de recordamos que...no habíamos comido nada digno en todo el día! Y que nos merecíamos sentarnos a cenar en algún sitio digno. Y como estábamos cerca del legendario barrio de Pontocho, pues decidimos dar una vuelta y de paso visitarlo, pues yo nunca había estado antes.
Pontochō está formado por una única calle estrecha y peatonal, que corre paralela al río Kamo (Kamogawa, en japonés) desde la calle Shijō hasta la calle Sanjō.




Peluqueria para señoras muy elegantes en pleno Pontocho

Pontocho

Bares bonitos en pontocho


Lo cierto es que había muchos bares y restaurantes, la mayoría de ellos con pinta de caros...y al final no entramos en ningún sitio. Volvimos por otra calle paralela a la principal de Pontocho, que tenía un ambiente muy distinto, con clubes nocturnos y cosas por el estilo...algo así como la "zona roja" de la ciudad. Fue todo muy curioso de ver...




Lo cierto es que estábamos tan y tan cansados y hambrientos que no pudimos hacer otra cosa que arrastrarnos hacia la parada de autobús más cercana y volver a la Kyoto Station. No recuerdo si aquella noche acabamos cenando de Lawson o de ticket...pero lo cierto es que ahora me arrepiento de no habernos arriesgado a cenar en Pontocho. Habría sido toda una experiencia aunque se nos resintiera la cartera. En fin. Queda pendiente para la próxima ;)

Mata neee!