Aquella mañana tocaba, por desgracia, despedirse de las comodidad del Towa y de la majestuosa Kyoto, mi adorada Kyoto... para embarcarse en nuevas aventuras. La aventura del Fuji estaba cada vez más cerca...pero antes teníamos una cita ineludible el sábado 25 de julio. Tocaba escaparse a Tokyo una noche para disfrutar de uno de los festivales de fuegos artificiales más antiguos y famosos del país: el del rio Sumida. En 1732 se celebró por primera vez, y se ha convertido en todo un hito del verano japonés. Nos apetecía mucho estar presentes, y recomiendo que si visitáis Japón en verano no os perdáis un festival con fuegos artificiales... es una experiencia inolvidable a pesar del bochorno de las noches japonesas de verano y la aglomeración de gente.
Diciendo adios al desayuno del Towa
Despidiéndome de ese trocito de Tatami que ya considero como mi casa...
Señor Toto...hasta la próxima...
Las instrucciones del señor Toto...y pensad que debo abandonarte ahora que empezábamos a entendernos...
Cogimos un Shinkansen y en algo menos de 3 horas estábamos en Tokyo. Tardamos algo más porque en vez de coger tren en el que habíamos reservado, cogimos otro shinkansen que iba más vacío...lo cual nos era más cómodo para las maletas (si llevas maletas grandes puede ser un poco problemático encontrarles sitio en los shinkansen...y a veces tienes la sensación de que estorban demasiado...) Así que preferimos sacrificar algo de tiempo en pos de comodidad y tranquilidad.
Viaja en un shinkansen...y luego intenta volver a mirar a Renfe a la cara...
Llegamos a Tokio alrededor de mediodía. Cogimos el metro hasta la parada JR Minami-senju. Un barrio, relativamente cercano a Asakusa, que yo hasta entonces no había pisado... La verdad es que este barrio no me gustó demasiado... y curiosamente fue allí la primera vez en todos mis viajes a Japón que una persona me pide dinero para llevarse algo a la boca. Me chocó mucho. No por el hecho de que haya gente pasando necesidad...que por desgracia en toda gran ciudad los hay...sino porqué contrasta mucho con la idiosincrasia y forma de vivir que conocía en los "sintecho" japoneses...
Llegamos al hotel demasiado pronto y aún no había nadie en recepción...así que aprovechamos para hacer la compra en un supermercado cercano, que ya habíamos "fichado" previamente en Google Maps. No era un conbini 24h sino un supermercado "de barrio" de los de toda la vida...por lo cual era todo más barato...eso sí...fue una odisea moverse allí dentro con los maletones... Compramos no sólo algo de comer para mediodía...sino todo el alijo para la operación "Fuji". Bebida isotónica a tutiplén, bebidas energéticas, chocolate, frutos secos, galletas... que no se diga que no vamos bien provistos de víveres jejeje. La verdad es que gracias a comprarlo todo allí y no dejar nada para Kawaguchiko...nos ahorró bastantes yenes y quebraderos de cabeza.
Una vez hecha la compra...hicimos el check-in en el Hotel Palace (cuyo nombre es muy irónico ya que es un modesto albergue...pero oye, para una noche no necesitábamos más...)
He de decir que la señora de recepción es, incluso para los estándares japoneses, increíblemente amable y servicial...y en un perfecto inglés nos explicó el funcionamiento de todo, las zonas comunes...etc etc. Las instalaciones estaban en muy buen estado y, como siempre, la limpieza era excelente. La única pega...quizás...las habitaciones. Nuestra habitación de literas era muy estrecha...MUCHO. Ya lo esperábamos pero resultaba un poco claustrofóbico...eso unido a un calor sofocante que el aparato de aire acondicionado no acababa de remediar...(si lo apagabas te asabas y si lo encendías hacia demasiado frío)...hizo que no pasáramos la mejor de las noches (y las almohadas eran horribles...estaban rellenas de una especie de bolas duras y no había quien durmiese en ellas...)
Pero bueno, que para una noche que pasamos allí...cumplió de sobras su función...ya que lo escogimos porque desde allí podíamos llegar caminando a ver los fuegos...y eso es todo un lujo teniendo en cuenta las aglomeraciones que se debieron formar esa noche para volver en metro...
Nuestra comida...itadakimasu!!! (estaba todo mucho más bueno de la pinta que tiene jejeje)
Nuestra habitación
Después de comer...Amir se puso su jimbei para ir más auténtico..y yo me arrepentí muchísimo de haber dejado mi yukata en España...ya que así me hubiese sentido aún más una más...a pesar de que hubiese sudado como Peppa Pig... pero bueno habría merecido la pena. Llegamos como 3 horas antes al rio Sumida...y ya había un montón de gente por allí...muchos habían reservado sitio en el suelo y nosotros...que somos de aquello de "donde fueres, haz lo que vieres"...compramos una esterilla de plástico para no mancharnos el culo y nos atrincheramos en una esquina...con un par de cervezas y los abanicos como única compañía.
Amir cual Tokiota del montón
Gente esperando...
Niñas monas en yukata
Puesto de comida
Tomando un kakigori para amenizar la espera
Niña muy caqui
Esta chica se pasó tanto tiempo sentada en seiza que me empezaba a doler a mi...
Más colorido de yukatas
Y llegaros las 7 y pasó lo que nos temíamos. Que llevábamos desde las 5 sentados en un sitio donde los fuegos no se veían un carajo. XD Cosas que pasan. Así que decidimos jugárnosla y levantar el campamento en busca de una vista mejor...nosotros...y toda una riera de gente...que fuimos desplazándonos cual masa humana y con la mirada fija en el cielo, disfrutando de los primeros minutos de lo que sería más de una hora de ruido, pólvora, luz y color. Sólo nos distraía el grito pelado de los tropecientos policías que, sin piedad, te empujaban si te quedabas parado y te invitaban "amablemente" a tirar para delante para no formar embotellamientos. Al final, no se como, conseguimos meternos en una zona donde pudimos ver los fuegos incluso sentados...Amir y yo solemos tener una flor en el culo para estas cosas en los viajes...será cosa del karma...
Los primeros minutos de fuegos
Y enseguida nos dimos cuenta de una cosa. La gracia no son los fuegos. Son bonitos...sí...seguramente mucho más espectaculares que los que vemos por aquí...y sobretodo muchísimo muchísimo más duraderos (más de una hora). Pero no. La gracia no son los fuegos. La clave son los japoneses. Los japoneses viendo los fuegos. Disfrutando los fuegos. Viviendo los fuegos como si fuesen lo más alucinante que han visto nunca en sus vidas.
Los japoneses. Un público entregado.
Boom
Sin perder detalle
Más de una hora de fuegos...ahí es na...
La señora del "soguee" dándolo todo
Una vez acabado el espectáculo...sorprendía lo ordenadamente que se despejó toco aquello. Con un gran despliegue policial y las calles cortadas para servir a los peatones...pronto la gente se fue dispersando hacia diferentes zonas de la ciudad. Muchos nos dirigimos al mismo punto...al templo de Asakusa. Acostumbrada a verlo como una zona donde comprar souvenirs...me sorprendió verla llena de puestos de comida callejera (yatais) y con tantísimo ambiente, sobretodo de jóvenes, pasándolo bien aquella noche de sábado.
La pulisiaaaa
Amir tomando las calles
Un okonomiyaki que tenia mejor pinta que sabor
sardinitas frescas...son de Santurce...las traigo yo...
selfie yukatero
La cena...muy mejorable...
El templo de Asakusa como nunca lo habías visto
Después de cenar algo rápido (que costó un poco caro para como sabía...la verdad) volvimos al hotel a descansar...el objetivo del día estaba sobradamente cumplido y al día siguiente debíamos dirigirnos a Kawaguchiko...ese pueblo a los pies de cierto volcán conocido como monte Fuji. El resto...es otra historia y será contada en el siguiente capítulo ;)
Merche Moreno es una ilustradora freelance que vive en Barcelona pero viaja a Japón siempre que puede.
Su pasión por la cultura japonesa es tal que no sólo lleva 10 años viajando por el país sino también intentando aprender japonés para poder tener una experiencia más plena en sus viajes.
Adora los perros, el cine de animación y el chocolate negro.
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