El día que conocí a Koya-kun -^___^-

martes, 14 de enero de 2014


Eran las 5 de la mañana y el sol se colaba por las rendijas de las ventanas correderas del Nanten-en, el encantador ryokan en medio de la zona rural de los alrededores de Osaka donde nos habíamos alojado en nuestra primera noche en el país del sol naciente. 

Como he dicho...eran...las 5 de la mañana. Y yo tenía un jet lag descomunal... por lo que a las 6 aproximadamente no pude aguantarlo más y me levanté a hacer fotos de la habitación como si no hubiese un mañana. De hecho, no lo había, ya que ese mismo día abandonábamos ese ryokan para dirigirnos hacia nuestro siguiente destino. Una lástima no haber pasado más días allí porque el paisaje era precioso y la habitación era un pequeño paraíso.


Los rayos de sooooool

Amir con cara de "yo no tenía jet lag y la enferma esta me ha despertado a las 6 de la mañana para hacer fotos"

Yo pensando cómo podría llevarme esas persianas tan monas pa mi casa...

Con cara de no haber dormio na....

Más de lo mismo...

Las vistas desde la ventana. Alucinados nos quedamos, ya que por la noche no se podía apreciar nada...

Muac

Después de desayunar...nuestro té con...nada XD (ya conté en mi anterior entrada que no habíamos sido muy previsores respecto al tema de la comida...), darnos una ducha rápida y vestirnos...salimos a encarar nuestro primer día de aventura.

En la estación de tren ya tuvimos nuestra primera pequeña odisea para lograr adivinar los billetes que teníamos que comprar para ir a Koya-san. No había personal atendiendo -ya comenté que era una zona muy, muy apartada - y estaba todo en japonés sin piedad. Y además como no entraba con el JRP, había que pagar el billete. Por suerte al final entre los apuntes que llevaba impresos de Hyperdia y un poco nuestra intuición de gaijins primerizos, logramos coger la Nankai line rumbo al monte Koya.


El Mariposaurus Rex seguía allí!!! Iiiiiccccgs

He dicho que en Japón todo es muy pequeño...excepto los insectos??? XD

No hay nada que no solucione un Cocoa bien fresquito!!!

A punto de perder el funicular por quedarme mirando la decoración de la estación....

El funicular que teníamos que haber cogido...yéndose....


Al monte Koya, que está bastante alto, se sube en un funicular muy chulo que me recordó al cremallera de Montserrat, pero con muchísima más vegetación y infinitamente más mono todo. Parecía que en cualquier momento ibas a atravesar un túnel rollo "viaje de Chihiro" y adentrarte en otro mundo....


Subiendo en el funicular....


Una vez bajamos del funicular, llegamos a la estación principal del pueblo, donde unos señores muy amables nos informaron en seguida de los autobuses que debíamos coger para visitar los diferentes complejos de templos. Nosotros cogimos el trayecto mínimo, en parte por ahorrar, y en parte porque andando se descubren muchas más cositas curiosas que no estábamos dispuestos a perdernos... Como por ejemplo las tiendas de souvenirs, que son muy diferentes a las que he visto en otras zonas de Japón como Tokyo o Kyoto. La mayoría de lo que vendían eran objetos relacionados con el budismo (pulseras, misales, todo tipo de reliquias...) ya que el monte Koya es uno de los recintos principales de la secta budista llamada Shingon (http://es.wikipedia.org/wiki/Budismo_Shingon) y todo en el pueblo gira en torno a los monjes. De hecho, la mascota de la ciudad -en Japón toda ciudad,pueblo o atracción turística que se precie de serlo tiene su propia mascota kawaii- era Koya-kun. Una especie de monje con sombrero la mar de adorable y que uno se iba encontrando por ahí en diferentes formas y tamaños...


Tienda de souvenirs...con Koyakun dando la bienvenida

Templo donde uno se podía alojar (shukubo)

En la parte baja del pueblo pudimos ver desde fuera numerosos templos que sirven de alojamiento. Habría sido muy interesante alojarse allí, ya que incluso te permiten participar en sus rezos, pero ciertamente se nos salía de presupuesto y no lo vimos factible. Quizás la próxima vez... :P


Caracol...col col

Abejorros del demonio del tamaño de mis dedos...oírlos pasar zumbando a mi alderredor aún me da escalofríos...

Unas viejas amigas...que poco las había echado de menos T___T
Una de las cosas que uno no puede perderse si viaja a Koyasan es el cementerio Okunoin. Enclavado en un bosque de arboles altísimos, con mas de 200.000 tumbas, es el cementerio más grande de Japón, y es una autentica pasada.


Budas

Más budas...

Si si, aquí el mundo empresarial llega hasta el más allá...

Pirámide de estatuas Jizo

Jizo es el dios protector de los niños que mueren antes de nacer y de los recién nacidos, así como de los peregrinos y los viajeros. Cuando un caminante se encuentre con estas estatuillas de forma esporádica y solitaria en los márgenes o cruces de caminos es cuando está representada en el segundo de los casos, como protector de los viajeros. Pero cuando están vestidos con baberos y gorritos rojos, a veces con pequeños juguetes a su alrededor, y posiblemente sobre una pequeña tumba, es cuando es un símbolo de protección a los no natos o  los bebes muertos prematuramente. A veces los padres también les rezan por la protección y sanación frente alguna grave enfermedad de sus hijos, y al sanar les ofrecen a los Jizo como ofrenda abrigo y fruta. En el cementerio Okunoin existe una zona en la que acumulan miles de estatuas Jizo, escalofriante y conmovedora pirámide de pequeños dioses protectores, con sus baberitos y gorritos rojos, que se alza en un rincón del recinto y que es un punto obligado de visita. 


Con mi amigo Koyakuuuun

Otro Buda...si es que todos eran chulísimos

Nuestra siguiente parada fue en el templo-mausoleo de Kobo Daishi. El acceso al mausoleo se realiza a través del puente de Minyo-no-hashi, allí los fieles recogen agua del río y la vierten sobre las cabezas de los Jizos como ofrenda.
Una vez cruzamos este puente, no se pueden realizar fotos y la visita se concentra en 2 templos, por un lado el Gobyo omausoleo de Kobo Daishi y por otro lado a sus pies el Hall de las Linternas.
Como no se podían hacer fotos, me conformé con grabar destranjis los rezos de los monjes, que me encantan y me resultan súper relajantes...
Foto tomada destrangis en el Hall de las Linternas

Me encantan las setas que brotan de cualquier parte...naturaleza en plena ebullición!

Después de esto, volvimos andando hasta el punto de origen y desde ahí pusimos rumbo hacía los santuarios de Kongobuji Temple, Garan Temple y Daimon Gate, para visitar la zona que nos quedaba de Koyasan antes de que los templos cerrasen (a las 4 aproximadamente...) Es un área bastante tranquila, y la mayoría de los templos sólo se pueden visitar por fuera y son muy antiguos. Igualmente merece la pena y son bastante vistosos, especialmente la pagoda roja que es uno de los símbolos más reconocidos del monte Koya. 


Monjes de paseo :)

Interior de un templo, con señoras rezando

Puentecito y jardín japonés

Yo haciendo amiguitos

Después de una gran caminata, y ya con bastante hambre (no olvidemos que apenas habíamos desayunado nada) llegamos hasta la colosal Daimon Gate, con sus 25 metros de altura y construida en 1705 está considerada como la puerta principal de Koyasan, en ella confluyen multitud de rutas de peregrinación, muchas de ellas hoy en día siguen operativas como la ruta  Choishi Michi que conduce desde Jison-in, el templo que indica la entrada al monte Koya, hasta Danjogarande a lo largo de 23,5 kilómetros con un hito de piedra cada 109 m. 


La gran puerta, o Daimon

Templo muy muuuy viejuno

En pleno momiji la zona debe ser espectácular

La pagoda roja, simbolo de Koyasan

El interior era igualmente vistoso y muy diferente de los templos del budismo zen, que son mucho más austeros...

Purificándome

Una vez cumplido el itinerario, por fin llegó el momento de buscar un lugar donde comer, por fin y por primera vez desde que pisamos Japón, una comida caliente como Buda manda. Nos costó bastante encontrar un sitio apañado, ya que la oferta en Koyasan no es muy elevada en cuanto a restaurantes, por lo que pese a ser un sitio turístico para los nacionales, no lo es tanto para los occidentales, sumado a que muchos sitios ya habían cerrado cocina a la hora que nosotros llegamos...Finalmente optamos por una opción que no ha solido fallarme nunca en ninguno de mis viajes anteriores: "bareto cutre regentado por abuelos". Suele ser garantía de éxito. Comida rica, abundante y barata. 

Para Amir...una versión del katsudon con pollo en vez de cerdo. Oishii

Para mi, arroz con curry. Con el curry más fuerte que he probado nunca, pero estaba tremendo....

Se hacía tarde y llegaba el momento de ir emprendiendo el camino de regreso. Queríamos ahorrarnos el autobús de vuelta, pero nuestro gozo calló en un pozo, ya que la última parte del trayecto es carretera sin arcén y está prohibido hacerlo a pie...y no seré yo quien se salte ninguna prohibición en un país tan disciplinado como Japón jejeje



De regreso a la estación continuamos viendo templos bonitos...pero ya no había tiempo de visitarlos

En la parada del bus, con el cartel de "losers" en la frente

De nuevo, en el cremallera....

Volvimos a Amami, pero simplemente para recoger nuestras maletas, que amablemente nos habían guardado para no tener que cargar con ellas todo el día. No pudimos entretenernos mucho ya que esa noche dormiríamos nada más y nada menos que en Nara, una vieja conocida mía ;)



La verdad es que tanto el ryokan como su entorno eran una pasada.


El camino de regreso fue tan tranquilo que resultaba inquietante. No olvidemos que Amami es una zona muy retirada de la civilización, por lo que al principio íbamos completamente sólos en el vagón, para que luego digan que en Japón el transporte público va siempre petao!


Amir en modo homeless

Una vez cambiamos de tren, en Osaka, si que empezó a haber más gente. De hecho la última parte del trayecto la hicimos de pie, con lo que se nos hizo bastante pesado, ya que acumulábamos mucho cansancio entre el viaje y el tute de anda que nos habíamos pegado el primer día.

Por suerte, el albergue donde nos alojábamos en Nara estaba muy cerquita de la estación de JR, y -esta vez sí- llevaba conmigo un mapa que nos facilitó mucho las cosas. El albergue en sí, llamado Nara Komachi, era nuevo para mi, y la verdad es que quedé gratamente sorprendida.
(Para más info: http://www.tripadvisor.es/Hotel_Review-g298198-d1769029-Reviews-Guest_House_Nara_Komachi-Nara_Nara_Prefecture_Kinki.html )

Las chicas de recepción eran absolutamente encantadoras, una pasada para tratarse de un sitio tan barato. El sitio era muy pequeño pero, como siempre, todo en él era práctico y estaba limpio. Tenia una zona para comer en el hall con incluso televisión en inglés, y una minicocina por si te daba por preparar algo tu mismo. Nosotros optamos por comprar en el combini ya que muchos restaurantes estaban ya cerrados y ninguno nos terminaba de convencer, y dimos buen uso de las instalaciones apañadas del albergue.


La recepción -cocina -sala de estar

El menú...:P

Nuestra habitación era minúscula, hasta el punto de que al extender los fotones no nos cabían las maletas...pero acogedora. Lo más curioso del asunto era el baño. Teníamos baño propio -cosa rara en los albergues-y este estaba metido en la propia habitación, separado por unas puertas transparentes. Cero intimidad XDD Por suerte, había una cortinita que podías bajar para "ocultarte" (aunque se te seguían viendo los pies jeje) así que no os recomiendo este alojamiento si viajáis con gente con la que no tenéis mucha confianza o sois muy pudorosos :P


Nuestra mini- habitación 

Sea como fuere, estábamos agotados así que nos quedamos dormidos enseguida :)

Hasta la próxima entrada...donde volveré a contados como los ciervos de Nara hacen de las suyas, como fue nuestro primer encuentro con el bochorno infernal de Japón en verano y como a pesar de ser mi tercera vez en Nara descubrí rincones nuevos maravillosos.

Porqué cada instante es irrepetible y cada viaje, único. :)

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